Por María Eugenia Calzadilla
El aprendizaje colaborativo
se sustenta en teorías cognoscitivas. Para Piaget hay cuatro factores que inciden e intervienen en la modificación de
estructuras cognoscitivas: la maduración, la experiencia, el equilibrio y la transmisión social. Todos ellos se
pueden propiciar a través de ambientes colaborativos. En la teoría constructivista (Vigotsky, 1974), el aprendiz
requiere la acción de un agente mediador para acceder a la zona de desarrollo próximo, éste será responsable
de ir tendiendo un andamiaje que proporcione seguridad y permita que aquél se
apropie del conocimiento y lo transfiera a su propio entorno. En cuanto a las
implicaciones educativas de los
anterior, Coll y Solé (1990, p. 332), definen a la enseñanza como «un proceso
continuo de negociación de significados,
de establecimiento de contextos mentales compartidos, fruto y plataforma, a su
vez, del proceso de negociación», lo que permite verificar las conexiones entre
aprendizaje, interacción y cooperación:
los individuos que intervienen en un proceso de aprendizaje, se afectan
mutuamente, intercambian proyectos y
expectativas y replantean un proyecto mutuo, que los conduzca al logro mutuo de
un nuevo nivel de conocimiento y
satisfacción.
El aprendizaje colaborativo,
es otro de los postulados constructivistas que parte de concebir a la educación como proceso de socioconstrucción
que permite conocer las diferentes perspectivas para abordar un determinado
problema, desarrollar tolerancia en torno a la diversidad y pericia para
reelaborar una alternativa conjunta. Los
entornos de aprendizaje constructivista se definen como «un lugar donde los
alumnos deben trabajar juntos, ayudándose unos a otros, usando una variedad de
instrumentos y recursos informativos que
permitan la búsqueda de los objetivos de aprendizaje y actividades para
la solución de problemas» (Wilson, 1995, p. 27).
El aprendizaje colaborativo
es eficiente para insertar la educación dentro del proyecto de vida y conectar
la evolución personal con el desarrollo de un proyecto de país coherente que
favorezca la cohesión y la visión
sistémica de elementos hoy fragmentados, como son: formación, educación,
familia, sociedad, desempeño laboral y evolución nacional. Se estimulación este
tipo de estrategia la desaparición de observadores pasivos y receptores repetitivos,
superando los tradicionales hábitos de memorización utilitaria, para promover procesos dialógicos que
conduzcan a la confrontación de múltiples perspectivas y a la negociación
propias de la dinamicidad de todo aprendizaje que conduzca al desarrollo.
En cuanto al conocimiento,
el constructivismo plantea que su valor no es absoluto, pues éste es el producto de las múltiples interpretaciones
que hacen los individuos de su entorno, de acuerdo a las posibilidades de cada uno para interactuar y
reflexionar. Los sujetos negocian significados a partir de la observación y valoración de aspectos de la
realidad que les son comunes. «Los alumnos desarrollan su propias estrategias de aprendizaje, señalan sus
objetivos y metas, al mismo tiempo que se responsabilizan de qué y cómo aprender. La función del profesor es
apoyarlas decisiones del alumno» (Gros, 1997, p. 99).
Vale
destacar según todos los señalamientos anteriores, que nos presenta Calzadilla
en su valioso aporte de la teoría constructiva y la influencia en el
aprendizaje colaborativo, que es el docente quien tiene la responsabilidad de
seleccionar, dirigir las experiencias de aprendizaje y el uso de estrategias;
son las operaciones del intelecto implícitas en dicho quehacer las que
adquieren una significación más útil si se especifican y se clarifica la mejor
manera de enseñarla, desarrollarla y se prepondera su operatividad en la
investigación como estrategia de aprendizaje en el aula.
Queda por último enfatizar, que el empleo de
estas operaciones no sólo compete al proceso de aprendizaje, también compete al
proceso de enseñanza, en donde el docente debe estar alerta para poseer y
desarrollar en sí mismo lo que busca enseñar y que el estudiante aprenda, ya
que es obvio que nadie puede dar lo que no tiene, ni enseñar lo que no ha
aprendido previamente. Algunas de las operaciones intelectuales necesarias en
las actividades de investigación y que debe el docente favorecer su desarrollo
en clase son: la observación, definición, distinción, interpretación, relación,
causalidad sistematización, crítica y la síntesis.
Reseñadores:
Lcda. Elena Carolina Sánchez Ramírez
Abg. Marcia Gabriela Torrealba Cañizalez
Abg. José Ángel Cornielles Hernández
Calzadilla, María Eugenia Aprendizaje
colaborativo y tecnologías OEI-Revista Iberoamericana de Educación (ISSN:
1681-5653). Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela
COLL, y SOLÉ(1990) «La interacción
profesor/alumno en el proceso de enseñanza y aprendizaje», en
C. Coll; J. Palacios, y A. Marchesi (eds.) Desarrollo psicológico y educación II. Madrid, Alianza editorial.
GROS, B. (1997) Diseño y programas educativos.
Pautas pedagógicas para la elaboración de software.Barcelona, Editorial Ariel.
WILSON(1995) Cómo valorar la calidad de la
enseñanza. Madrid, Paidos.
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