miércoles, 15 de abril de 2015

Aprendizaje Colaborativo y Constructivismo

Por María Eugenia Calzadilla

El aprendizaje colaborativo se sustenta en teorías cognoscitivas. Para Piaget hay cuatro factores que  inciden e intervienen en la modificación de estructuras cognoscitivas: la maduración, la experiencia, el equilibrio  y la transmisión social. Todos ellos se pueden propiciar a través de ambientes colaborativos. En la teoría  constructivista (Vigotsky, 1974), el aprendiz requiere la acción de un agente mediador para acceder a la zona  de desarrollo próximo, éste será responsable de ir tendiendo un andamiaje que proporcione seguridad y permita que aquél se apropie del conocimiento y lo transfiera a su propio entorno. En cuanto a las implicaciones  educativas de los anterior, Coll y Solé (1990, p. 332), definen a la enseñanza como «un proceso continuo de  negociación de significados, de establecimiento de contextos mentales compartidos, fruto y plataforma, a su vez, del proceso de negociación», lo que permite verificar las conexiones entre aprendizaje, interacción y  cooperación: los individuos que intervienen en un proceso de aprendizaje, se afectan mutuamente,  intercambian proyectos y expectativas y replantean un proyecto mutuo, que los conduzca al logro mutuo de un  nuevo nivel de conocimiento y satisfacción.
El aprendizaje colaborativo, es otro de los postulados constructivistas que parte de concebir a la  educación como proceso de socioconstrucción que permite conocer las diferentes perspectivas para abordar un determinado problema, desarrollar tolerancia en torno a la diversidad y pericia para reelaborar una alternativa  conjunta. Los entornos de aprendizaje constructivista se definen como «un lugar donde los alumnos deben trabajar juntos, ayudándose unos a otros, usando una variedad de instrumentos y recursos informativos que  permitan la búsqueda de los objetivos de aprendizaje y actividades para la solución de problemas» (Wilson, 1995, p. 27).
El aprendizaje colaborativo es eficiente para insertar la educación dentro del proyecto de vida y conectar la evolución personal con el desarrollo de un proyecto de país coherente que favorezca la cohesión y  la visión sistémica de elementos hoy fragmentados, como son: formación, educación, familia, sociedad, desempeño laboral y evolución nacional. Se estimulación este tipo de estrategia la desaparición de observadores pasivos y receptores repetitivos, superando los tradicionales hábitos de memorización utilitaria,  para promover procesos dialógicos que conduzcan a la confrontación de múltiples perspectivas y a la negociación propias de la dinamicidad de todo aprendizaje que conduzca al desarrollo.
En cuanto al conocimiento, el constructivismo plantea que su valor no es absoluto, pues éste es el  producto de las múltiples interpretaciones que hacen los individuos de su entorno, de acuerdo a las  posibilidades de cada uno para interactuar y reflexionar. Los sujetos negocian significados a partir de la  observación y valoración de aspectos de la realidad que les son comunes. «Los alumnos desarrollan su propias  estrategias de aprendizaje, señalan sus objetivos y metas, al mismo tiempo que se responsabilizan de qué y  cómo aprender. La función del profesor es apoyarlas decisiones del alumno» (Gros, 1997, p. 99).
Vale destacar según todos los señalamientos anteriores, que nos presenta Calzadilla en su valioso aporte de la teoría constructiva y la influencia en el aprendizaje colaborativo, que es el docente quien tiene la responsabilidad de seleccionar, dirigir las experiencias de aprendizaje y el uso de estrategias; son las operaciones del intelecto implícitas en dicho quehacer las que adquieren una significación más útil si se especifican y se clarifica la mejor manera de enseñarla, desarrollarla y se prepondera su operatividad en la investigación como estrategia de aprendizaje en el aula.
 Queda por último enfatizar, que el empleo de estas operaciones no sólo compete al proceso de aprendizaje, también compete al proceso de enseñanza, en donde el docente debe estar alerta para poseer y desarrollar en sí mismo lo que busca enseñar y que el estudiante aprenda, ya que es obvio que nadie puede dar lo que no tiene, ni enseñar lo que no ha aprendido previamente. Algunas de las operaciones intelectuales necesarias en las actividades de investigación y que debe el docente favorecer su desarrollo en clase son: la observación, definición, distinción, interpretación, relación, causalidad sistematización, crítica y la síntesis.

Reseñadores:


Lcda. Elena Carolina Sánchez Ramírez

Abg. Marcia Gabriela Torrealba Cañizalez

Abg. José Ángel Cornielles Hernández

Prof. Jackson Rodrigo Parra Betancourt
Fuentes:
Calzadilla, María Eugenia Aprendizaje colaborativo y tecnologías OEI-Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653). Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela
COLL, y SOLÉ(1990)  «La interacción profesor/alumno en el proceso de enseñanza y aprendizaje», en
C. Coll; J. Palacios, y A. Marchesi (eds.)  Desarrollo psicológico y educación II. Madrid, Alianza editorial.
GROS, B. (1997) Diseño y programas educativos. Pautas pedagógicas para la elaboración de software.Barcelona, Editorial Ariel.
WILSON(1995)  Cómo valorar la calidad de la enseñanza. Madrid, Paidos.

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